miércoles, 2 de noviembre de 2011

SER OPTILISTA

Ser optilista


Tengo que daros una noticia de última hora: estamos en crisis. Las empresas quiebran, la bolsa se hunde. Pero no sólo eso, cada uno va a lo suyo. Lo único que parece importante hoy en día es tener dinero, un cuerpo perfecto, una cara sin arrugas, una casa grande y un coche que no tenga más de cinco años.
No es ninguna broma. Esto es lo que hay. Pero... ¿es lo único que hay?
¿Cómo vamos a ser optimistas con la que está cayendo? Miremos donde miremos todo son desgracias, miserias, desastres...
Bueno, miremos donde miremos, no. Es importante dónde se mira y sobre todo cómo. Los seres humanos aprendemos desde niños a especializar nuestra atención. ¿No os ha pasado que cuando ibais a comprar un coche veíais ese modelo en todas partes? ¿O que cuando ibais a ser padres solo veíais bebés y mujeres embarazadas? O al romper una relación, ¿no descubrías, mirases donde mirases, parejas amándose? ¡Serán…!
Sí, es cierto que vivimos una crisis económica, es cierto que suceden cosas terribles, pero también es cierto que las hay maravillosas. Muchísimas personas en todo el mundo luchan por el bienestar de los seres humanos y de nuestro planeta. Miles y miles de vehículos han circulado hoy por las carreteras españolas sin sufrir accidentes, millones de personas han llegado a sus hogares sin sufrir incidencias, más personas de las que imaginamos han recibido hoy buenas noticias como el nacimiento de niños sanos, recuperaciones inesperadas de enfermedades complicadas, ayuda en una situación difícil, encuentros mágicos, belleza entre la confusión, amor abriéndose paso entre el miedo.
Vivimos una era sin precedentes con respecto a la información. Podemos saber a tiempo real lo que sucede en la otra parte del planeta. Lo que ocurre es que la información que nos llega es sesgada, parcial. Los medios de comunicación se hacen eco de las peores noticias. Parece fundamental conocer todos los crímenes que se han cometido en los últimos días, todos los robos, todos los desastres de la naturaleza. Pero no nos llegan o nos llegan con cuentagotas las noticias más positivas de nuestra sociedad. Se dice que sólo la mala noticia es noticia. En dos ocasiones he creado un espacio radiofónico de 'Buenas Noticias'; en ambas tuve a menudo que buscar personalmente estas noticias, ya que los servidores, las agencias de prensa no suelen recogerlas.
Esta selección negativa de la información la trasladamos a nuestro ámbito personal. Registramos casi exclusivamente los sucesos menos gratosmientras que los más hermosos, los amables, pasan casi desapercibidos por nosotros. Al decir sucesos gratos no me refiero solamente a grandes cosas. Puede ser una llamada telefónica de alguien con la que hace tiempo que no hablamos y que nos hace ilusión, puede ser una atención amable en un trámite que nos desagrada, una comida sabrosa, una risa franca, etc.
En los talleres que imparto comienzo con una rueda de ¿Qué hay de bueno?en la que cada asistente nos narra algo bueno que le ha sucedido. A veces parece tarea imposible. Pueden recordar varios acontecimientos desagradables, pero es más difícil al contrario.
Recuerdo el caso de algún participante que siempre anunciaba: 'hoy no me ha pasado nada bueno ¿Eh?' Luego, al rato de ayudarle a pensar, caía en algo que resultaba no solo bueno, amable o divertido, sino estupendo. Como empezar a cobrar una pensión que no le pagaban desde hacía un año, la reconciliación con un familiar muy querido o recibir los resultados de unos análisis que auguraban malas noticias con la maravillosa sorpresa de ser normales. 
También sucede esto con las características personales. Todos tenemos grabados a fuego algunos de los que consideramos defectos: excesiva timidez, tacañería, inseguridad. Y sin embargo parece que nuestras cualidades no nos corresponden o que, por lo menos, no son mérito nuestro: “Eso lo somos todos”
Hasta hace no mucho tiempo se asociaba la intelectualidad a una forma de ver la vida pesimista. Una persona que sabía del comportamiento humano debía, inevitablemente, esperar lo peor de él. El conocimiento parecía sinónimo de tormento. Hoy en día aún quedan vestigios de esta manera tremendista. Coloquialmente sugerimos a alguien que sea realista cuando lo que le pedimos es que sea más pesimista en sus expectativas.
Pero, ¿qué es ser optimista? Escuché un chiste que hace una definición sobre ello: Se encuentran dos personas, un pesimista y un optimista. Dice el   pesimista: "¡Esto es horrible, está fatal, espantoso, no puede ir a peor!" Y contesta el optimista: "¡Que sí hombre, ya verás como sí!".
Este chiste muestra la imagen distorsionada que se puede tener del optimismo. Ser optimista no equivale a ser ingenuo o estúpido. Aunque frecuentemente se asocia la visión positiva con la falta de criterio, yo apuesto por una forma de ser OPTILISTA.
Potenciar lo más luminoso de la vida
Como decía, no se trata de ver sólo la parte positiva de la vida y obviar u olvidar la parte negativa, sino de prestar más atención en los aspectos agradables y aceptar, solucionar y/o atender los aspectos más desagradables. Porque para poder potenciar lo más luminoso de la vida es imprescindible atreverse a mirar de frente lo más oscuro de ella. Cuando lo haces, la oscuridad se aclara y lo que habitaba en ella, que parecía inabarcable y confuso, se empequeñece y concreta.
Os voy a contar un pequeño cuento: Era una vez un niño al que se le decía "jamás abras esa puerta, dentro está el coco, y si la abres te comerá". El niño se pasaba la vida temiendo pasar por delante de esa puerta. Le hacía sentir miedo cuando la veía y cuando no la veía, temía la posibilidad de que el coco saliera y le comiese. Es más, cada vez que pasaba por delante de una puerta cerrada recordaba el coco y el miedo que le tenía afloraba y se sentía inseguro y temeroso. Hasta que un buen día se decidió a abrir la puerta y descubrió que era una simple habitación en la que había almacenadas herramientas de su abuelo, que había sido carpintero.
Sus padres, temiendo que su hijo se hiciera daño y sufriera un accidente, prefirieron, en lugar de enseñárselas y mostrarle su peligro, contarle algo que le mantuviese alejado. Con su mejor intención y por comodidad causaron daño a su hijo, algo que pasa a menudo. Por comodidad nos advierten del grave peligro de abrir una puerta. O somos nosotros los que preferimos colocar el rótulo de 'Coco' en lugar de 'Herramientas que pueden hacer daño pero que bien utilizadas sirven para construir'

No hay comentarios: