Comentarios como ‘mi jefe me explota’, ‘trabajo sin contrato’ o ‘sólo los enchufados llegan a la dirección’ son muy habituales. El problema se plantea cuando se hace público en la red, con nombre y apellidos del ofendido y se menciona la empresa. Esta actitud puede dañar su marca personal y le hace un flaco favor si baraja un cambio profesional a medio plazo. Pero, si aun así quiere hablar mal de su jefe existen foros donde puede hacerlo. Allá usted.
Twitter cuenta con más de 300 millones de usuarios, casi la población de Estados Unidos. Y Facebook, la red social por excelencia, con más de 700 millones de perfiles. Sólo dos redes sociales aglutinan mil millones de personas. ¿Imagina la repercusión de un mensaje inadecuado lanzado al espacio virtual? Se estima que los usuarios de Twitter escriben cerca de cincuenta millones de tuits al día.
Los expertos en recursos humanos aseguran que un empleado que saca los trapos sucios del trabajo en Internet puede afectar negativamente a las relaciones laborales. Brian Uzzi, profesor de Liderazgo de la Kellogg School of Management, insiste en que la dirección tiene el deber de asegurar que los comentarios que los empleados publican en los medios sociales no ofendan a otros compañeros.
Y para muestra del efecto de un comentario poco acertado sobre un compañero o la empresa que nos paga un sueldo… el caso de Dominos Pizza. Andrés Pérez Ortega, consultor en posicionamiento personal, recuerda cómo el video en Youtube de unos trabajadores de la multinacional americana haciendo guarradas circuló como la pólvora por todas las redes sociales. Sin embargo, hasta varios días más tarde el director general de la empresa no dio explicaciones que, evidentemente no sirvieron para nada. “Si las empresas permitiesen y fomentasen la presencia de sus empleados en las redes y adquiriesen una buena reputación, seguramente un post de un responsable de producción o unos tuits del jefe de calidad podrían haber tenido un efecto mucho más positivo”, señala Pérez. Hace referencia a otro caso, aunque éste algo forzado: el soldado que filtró los papeles de Wikileaks: “Al final la fama se la llevan otros, mientras él está en prisión”.
Hablar mal del trabajo es un error que puede traer consecuencias negativas no sólo para la empresa, que eso a fin de cuentas es lo que se pretende, sino para la persona que lo hace. Pérez advierte que en el mundo virtual no desaparece nada, “no es beneficioso para la marca personal, salvo que seas un tertuliano en un programa de televisión o jurado en algún concurso de nuevos talentos”.
Este experto en posicionamiento de marca explica que otro de los temores injustificados de la cúpula directiva es que piensa que todo el mundo va a escribir un blog o una cuenta en Twitter, “pero la experiencia me dice que nadie tiene interés en mantener todo esto. En una gran empresa se cuentan con los dedos de una mano el número de personas que quieren dedicarse a escribir sobre su trabajo”. El control no lleva a ningún lado. Ya en 1969 Frederick Herzberg lanzó su teoría del enriquecimiento del trabajo: “Cuando se crean barreras que obstruyen los canales de comunicación en la organización, el empleado puede sentirse desconectado de la visión y de la estrategia de la compañía”.
Otra plataforma similar es GetaGreatBoss que facilita perfiles directivos con calificaciones sobre ‘los mejores jefes para trabajar’. Así, los potenciales empleados reciben por correo electrónico, de forma anónima, las evaluaciones sobre el estilo de gestión y otra serie de contenidos que informan a los potenciales candidatos acerca de sus posibles jefes.
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