lunes, 26 de septiembre de 2011

¿HACIA DÓNDE MIRAS PARA APRENDER?

En el aprendizaje de habilidades directivas y el crecimiento personal se trabaja primordialmente con el foco de atención. Lo que el cliente no mira no puede analizarse ni corregirse, quedando escondido en lo cotidiano por muy obvio que les pueda parecer a quienes lo rodean.

Pero según me voy enfrentando a nuevas generaciones de estudiantes MBA veo que les cuesta cada vez más enfocar su atención sobre sí mismos. Esta semana impartí un seminario sobre networking a una clase de sesenta alumnos de más de veinte países. Como cualquier seminario de habilidades, la clase consiste en realizar ejercicios prácticos que permitan a los alumnos observar sus propias reacciones, sus asunciones equívocas y las emociones que les condicionan a actuar de un modo u otro.

Uno de los alumnos dominó los debates de la clase por su facilidad para hablar en público frente a extraños. Era alto, bien parecido, hijo de un magnate muy bien conectado, y estaba convencido de su superioridad. Se paseaba con ese aire de derecho indiscutible al privilegio que los americanos llaman ‘entitlement’, y claramente dudaba de que yo pudiese aportarle algo.

Cuando yo pedía a los alumnos que rellenasen un formulario o contestasen por escrito a preguntas sobre los ejercicios, este alumno miraba al techo o me miraba desafiante, afirmando de nuevo su pleno dominio del tema. Sus preguntas en los debates, sin embargo, acabaron mostrando lo contrario.

Y es que él también buscaba una solución externa para mejorar su gestión de contactos. Quería que yo le diese la verdad absoluta sobre lo que uno debe hacer en cada momento para sacar el máximo partido a sus interacciones con los demás. Buscaba un conocimiento experto incuestionable y válido para cualquier ocasión y cualquier persona.

Como cada vez más ejecutivos, quería que yo le diese una certeza científica que no existe más que en los laboratorios. La fiebre actual por los datos absolutos y las demostraciones científicas delata una sociedad que busca todas las soluciones a sus problemas en la ciencia y el conocimiento teórico. Y cuanto más buscamos en los libros más convencemos a nuestros jóvenes de que conseguirán todo lo que se propongan si disponen del conocimiento científico apropiado.

Por supuesto que hay quienes escriben estadísticas sobre la vestimenta que más impacta, los gestos faciales que más conquistan o los tipos de apretones de manos que llevan al éxito. Pero lo que está científicamente demostrado para unos en una parte del mundo es completamente inaplicable para otros que no viven así, ni hablan asá, ni reaccionan del mismo modo. Y ahora que todos hablamos inglés muchos estudios culturales se están quedando anticuados por momentos.

En el transcurso de los ejercicios otro alumno le dijo a nuestro protagonista que no prestaba atención a lo que se le decía. No escuchaba, no observaba, no respetaba a la persona que tenía delante. Por un momento pareció dudar de sí mismo y reflexionar sobre lo que había hecho unos instantes antes.Ocho horas de clase fueron necesarias para conseguir que este señor mirase dentro de sí por unos breves instantes. Quizás sí aprenda algo sobrenetworking después de todo.

El directivo que insiste en buscar sus soluciones en los conocimientos externos no aprende ni evoluciona. Sus reacciones equívocas ante los retos de su vida se repitan imperturbables durante años, gozando de la invisibilidad que les otorga un dueño que se empeña en mirar a otro lado. Carl Jung ya dijo hace tiempo que el que mira hacia afuera sueña, mientras que quien mira hacia dentro despierta.

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