lunes, 2 de enero de 2012

ACABE CON EL FRAUDE SIN PERDER LA CABEZA


Hay empleados que defraudan y otros que son auténticos artistas del engaño. Las políticas de gestión de personas pueden servir para paliar el primer problema, pero el segundo es más grave: estos personajes seducen, mienten y pueden llevar a su empresa a la ruina.
El problema y las soluciones. 
Cirugía estética, un lujoso coche, viajes de alto standing, joyas y ropa. Más de 300.000 euros destinó una contable española a estos caprichos y, todo ello, con el módico sueldo de 38.000 euros anuales. Esta mujer se hizo rica y no se privó de nada gracias a su empresa a la que estafó una cantidad nada desdeñable. El sistema era muy simple: tras enviar el dinero desde la cuenta de la empresa a la suya, recargaba las transferencias a las cuentas de gastos. Luego, cuando tenía que hacer la reconciliación de la cuenta bancaria, eliminaba las pruebas. No dejaba rastro. Pero finalmente la pillaron con las manos en la masa. Seguro que no le resulta difícil recordar algún caso de fraude.
Las empresas tardan una media de dos años en descubrir el fraude de un directivo. El 42% de estos delitos que se cometen en el seno de una organización son realizados por empleados de bajo rango; el 41% por mandos medios; y el 16,9% por altos directivos y propietarios. Gertrudis Alarcón es directora de i2 Intregrity Iberia, firma especializada en investigar el fraude empresarial, y explica que estos porcentajes se justifican porque “en la mayoría de los casos no hay ni chivatazo ni denuncia. Sí que hay denuncia anónima, pero muchas compañías no disponen de este canal”.
El 42% de estos delitos son cometidos por personal de base, un 41% por mandos y un 16,9% por directivos
Otro de los motivos tiene que ver con las auditorías, “en época de austeridad se hacen menos, a veces por una cuestión de presupuesto. Pero otras veces el fraude tiene su origen en una falta de atención a los indicios que refleja el empleado, como una repentina mejoría de su nivel de vida”, señala Alarcón. Por esta razón, a menudo, son los altos directivos los que menos llaman la atención cuando cometen algún delito de este tipo. En opinión de Alarcón, el elevado porcentaje de mandos que cometen fraude viene dado por la presión por conseguir los resultados. “A veces el error humano produce más pérdidas que el fraude”, señala.
A menudo vale más prevenir que curar, y algunos de estos delitos derivan de un proceso de selección erróneo. María José Carpintero, responsable de recursos humanos de Randstad, explica que, “en los procesos de selección, las pruebas psicotécnicas y la entrevista personal son herramientas que nos ayudan a conocer al futuro trabajador. Los seleccionadores están acostumbrados a realizar muchas entrevistas, por lo que suelen detectar si existen contradicciones. Si este es el caso, siempre es útil contrastarlo con las referencias”.
El fraude puede tener su origen en una falta de atención a los indicios que refleja el empleado, como una repentina mejoría de su nivel de vida
Noelia de Lucas, directora comercial de Hays España, vive en directo los procesos de selección de mandos intermedios y directivos. Asegura que el margen de error es muy pequeño. “Todos los candidatos a un puesto deben superar las entrevistas de nuestros consultores, especializados en su área de actividad, y otras en nuestro cliente, la empresa que finalmente le contratará”. De Lucas aclara que en el caso de ejecutivos y directivos siempre se piden al menos dos referencias, “pero para ello es imprescindible cumplir con la Ley de Protección de Datos. Este aspecto está muy regulado. No se puede preguntar por el sujeto en negativo, hay que hacerlo de manera objetiva y, por supuesto, sin rebasar los límites de la intimidad personal”.
Si a pesar de todo, la empresa descubre un fraude probado y se han tomado las medidas disciplinarias y judiciales pertinentes, Rita González, responsable de recursos humanos de Randstad, recomienda a la organización “mantener una actitud transparente con los empleados. Dándoles a conocer lo ocurrido, explicando qué controles fallaron y qué nuevos controles se establecerán para evitar un hecho similar en el futuro. Esta actitud elimina rumorología y transmite responsabilidad y compromiso del management con las buenas prácticas empresariales”. No obstante, Alarcón afirma que algunas de las grandes cotizadas procuran que estas complicaciones no afloren.

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